La envidia es una experiencia que todos hemos
experimentado en algún momento de nuestra vida.
De hecho, es muy común que la mayoría de personas
piense que no es de gran importancia.
Ya que la ven como una inofensiva emoción humana.
Sin embargo, están muy equivocadas.
Por inocente que parezca en ocasiones,
en realidad es el veneno personal del diablo;
el cual fue diseñado para convertir el amor en odio,
y además inmoviliza la fuerza de la fe en su vida.
Quizá usted diga: “Bien, todo eso suena terrible.
Pero realmente no creo que envidie a nadie”.
Talvez sea cierto. No obstante, permítame alentarlo
a escudriñar su corazón cuidadosamente para asegurarse;
ya que muchas veces ni siquiera somos conscientes
de que hay envidia en nosotros.
El problema es que sintamos ciertas emociones
en nuestro interior, pero no las identificamos
como envidia porque asumimos
que tales sentimientos son “naturales”.
Ésta entra furtivamente sin anunciarse,
se escabulle de forma inesperada.
Por ejemplo, supongamos que llega a la iglesia, y ve a un hermano
con un automóvil nuevo. De pronto, un pensamiento viene a su mente:
“¿Por qué él tiene un auto nuevo?
Ni siquiera lo necesita. Yo sí necesito uno”.
Y usted se molestó porque él recibió un automóvil nuevo.
O imaginemos que vea a una hermana
en un hermoso vestido nuevo.
Y cuando se sienta a su par, se percata que al compararlo
con el de ella, el suyo es más anticuado.
De pronto, usted se siente fea y cohibida;
y surge un resentimiento porque usted no tiene
un vestido tan bonito como el de ella.
Es posible que conscientemente no piense más al respecto;
sin embargo, luego se da cuenta de que se siente
un poco irritada o deprimida.
No puede explicarse por qué se siente así.
Después de todo, comenzó bien su día.
Pero ¿qué sucedió?.
La envidia se escabulló en su interior y lo envenenó con un sentimiento
de rencor y disgusto, a causa del éxito o las ventajas de los demás.
La envidia produjo un efecto sobre usted.
No obstante, preste atención.
Si usted es un creyente nacido de nuevo,
la envidia no forma parte de su naturaleza espiritual;
sino que es un sentimiento
que el diablo intentará depositar en su ser,
por medio de la presión. Éste pone un anzuelo,
esperando que muerda la carnada.
¡Pero no caiga en esta trampa!
Morderla producirá odio en su vida,
detendrá la fuerza de la fe, los planes de Dios para su vida
y obstaculizará por completo su éxito.
Así que preséntese ante Dios y deshágase de toda envidia.
Tome la firme decisión de no dejarla entrar otra vez,
pues es el veneno personal de diablo.
D.R.7786-6©2009ZULYVILLA
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Hola amiga, que bonitas palabras y consejos.
ResponderEliminarLa envidia es un mal, de nuestra sociedad. Gracias a Dios no siento eso por nadie, pero se de otros, que por sentirla, llegan a hacer mal a sus semejantes, llegando incluso a inventar sobre la persona, que les provoca ese sentimiento.
Besos, y me alegro mucho de tu vuelta